Respira profundo e intenta sentarse pero se encuentra débil y confundida.
A las tres de la madrugada abre sus ojitos esperando ver a su madre.
El cuarto en silencio le responde junto con la oscuridad que su miedo no se iría hasta ver ese rostro cálido y familiar de quien le dio la vida.
Intenta decir unas palabras y nota que su padre la puede oír.
¨Quiero que venga mami¨ su frágil voz de niña de cinco años resuena y revela que añora ser abrazada fuertemente después de una cirugía que todavía no comprende.
Poco conocía del tumor que le había consumido la rodilla y casi le roba el cartílago del crecimiento.
Poco conocía lo que significaba pasar por el bisturí bajo el efecto de tanto sedante.
Poco lograba entender de la gravedad de su situación.
Pero con solo cinco años sabia que algo no estaba bien.
Sabia que algo sucedía que no podía descifrar y que no era placentero.
Tan inocente pero perceptiva al ambiente de tensión que se vivían en aquellos días en los cuales nadie podía entender...
por que a ella? por que a esa edad?
por que?
por que?
por que?
Todas esas preguntas sin respuestas.
Se acabaron las recetas y los dichos.
Se acabaron las formulas y los apuntes.
No hay respuestas. No hay protocolo a seguir.
No hay nada que te quite la impotencia de no poder controlar lo que te sucede y lo que esta por venir.
Esas son las lecciones que iba aprendiendo.
Vivir colgado del péndulo.
Vivir con dos opciones: abandonar o creer.
Su padre se encuentra en la cama siguiente. Le había otorgado una parte de su costado para rellenar su piernita frágil de piel de porcelana.
¨Como Adán y Eva¨ murmuro con una sonrisa de oreja a oreja antes de quedar dormida por la anestesia.
Ahora se encontraba con los ojitos húmedos pidiendo que su mama venga de la casa para cuidarla.
¨Enfermera me puedo ir a dormir con mi papa?¨
Como resistir a semejante pedido?
Las enfermeras no consiguen dejar de pensar en la angustia que siente al estar solita en una cama tan grande, y mueven la cama suavemente para acomodarla cerquita de la del papa.
Ella estira su bracito y con la manito totalmente abierta le susurra a su padre dolorido
¨Solo necesito agarrar tu mano, y asi voy a poder dormir¨.
Agarrada de la mano de su padre, cerro sus ojos y enfrento su miedo a la oscuridad.
La noche duro muy poco una vez que se encontraba a salvo cerca de su padre.
Aquella niña de tan solo cinco años por mas que no lograba entender las circunstancias...
por mas que sufría angustia por algo que no podía identificar ni detener...
solo bastaba con estar de la mano de su papa para dormir en paz.

¨En paz me acostare, y así mismo dormiré;
porque solo tu, Jehová, me haces vivir confiado¨
Salmos 4:8
y así pude entender porque Erikson dice que los niños
proyectan en Dios la imagen que tienen de sus padres.
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