Monday, January 10, 2011

Diarios de un día de lluvia.

Llueve. Llueve suavemente sobre el pasto fresco mientras mi corazón suspira en tranquilidad. 
La tranquilidad es ilusioria ya que meramente es la ausencia de ruido. 
Mi mente por fin encontró un lugar donde estacionar y poner una pausa a la catarata infinita de pensamientos que normalmente me mantienen despierta. 
La luz del sol se esconde tras las nubes delatándose por medio de una claridad gris que, de alguna forma, mantiene viva la esperanza que el sol existe por mas que no se pueda divisar a simple vista. 
Hace frío. 
Un frío que no es agresivo ya que no llega hasta los huesos de una forma directa y punzante sino que comienza enfriando las extremidades y lentamente, sin darte cuenta, ya tiene atrapado cada centímetro de tu cuerpo desde la superficie hasta su profundidad. 
Este frío es engañoso ya que no es obvio ni escandaoso y si te relajás te puede llegar a enfermar dentro de la comodidad de tu propio hogar. 
Seré yo una de esas personas que se enferman de esta manera? capaz me dejo engañar por la taza de café en mis manos, o el te con limón que me acompaña cuando mi corazón amaga a saltarme del pecho por la excitación excesiva de la cafeína. 
El sillón es más cómodo que mi cama y mis ganas de moverme son tan indefensas que le dejan el pase libre a los minutos para suicidarse sin problemas. 
No hay inspiración mas que para describir esta escena, ya que la creatividad se quedo en mi cuarto, donde trabaja arduamente durante las noches para que mis sueños siempre sean los ganadores en la pelea con la realidad. Será que podría forzarla a que se dedique mas a lo real que a lo ideal? 
Siempre pensé que lo forzado no es real, por lo tanto si la fuerzo a ser real estaría cometiendo un crimen a sangre fría,que de hecho, ya lo experimente y lo único que logre fueron cinco años de infelicidad fría y técnica, y realmente experimente la soledad. 
La peor soledad que alguien puede llegar a experimentar. 
La soledad de mi misma.

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