Ella se encuentra sola y decide cerrar los ojos...y disfrutar.
Disfrutar de aquel silencio que refleja la paz de su alma.
Paz dentro de esa vida atareada e intensa que la lleva siempre a buscar a Dios como única fuente de alivio.
Pensando que nadie la observaba, se quedo quieta, respirando profundo en el cuarto asiento de la segunda fila frente al piano.

Cuando sorprendida abrió sus ojos, se encontraba frente a él. Aquel chico misterioso con el cual no se relacionaba mucho, pero que en este momento estaba sentado frente a ella en el piano, mirándola directamente a los ojos brindandole lo mejor que el tiene.. esa música que dice las cosas que su corazón no puede, y se anima a dibujar los sentimientos mas profundos de su ser.
La miraba de una manera tan intensa que ella no supo que hacer, asique sin murmurar ni una sola palabra, cerro sus ojos nuevamente y disfrutó de la mejor melodía que jamas volvería a escuchar.
Nunca supe porque ese día el destino, la suerte, o providencia hizo que el se dirija hacia mi para regalarme esos pentagramas.
Los días pasaron y las notas se transformaron en sonrisas, mensajes, regalos e interminables minutos de compañía.
Pero como cada melodía se termina, tambien esta tuvo que terminar.
Fue un regalo de su autor para mí, con intenciones hasta el momento inciertas... lo que si sé, es que cada canción empieza y termina cuando el autor lo decide, y esta melodía ahora solo le pertenece al tiempo... y de vez en cuando a mi... cuando sin darme cuenta del daño que me produce, la recuerdo.
que anécdota más tierna...
ReplyDeleteLindo recordarla.
ReplyDeleteDificil retenerla.
Doloroso añorarla.